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Venezolanos mendigan en Bolivia: «Aquí al menos comemos»

Muchos salieron de Venezuela en busca de una vida mejor en un país que creían más tranquilo, pero acabaron atrapados en medio de la crisis en Bolivia, donde no imaginaban que revivirían una situación que les recordara lo padecido en su tierra.

«Aquí al menos comemos», repiten los migrantes venezolanos, en su mayoría con bebés nacidos en plena travesía, que están mendigando o pidiendo monedas a cambio de dulces en las calles de La Paz, capital de uno de los países más pobres de Sudamérica.

Bolivia es un nuevo destino para el flujo de venezolanos que caminan y avanzan por América Latina, a medida que colectan lo necesario para ir subiendo a buses con destino a Chile, Perú o Argentina. Apenas cuentan con una cédula de identidad al día y se dirigen a países con sus propias crisis locales, que además les han impuesto visas a una población pobre de origen y sin pasaporte.

Muchos son jóvenes, salieron con lo puesto de Zulia, Monagas, Anzoátegui, las provincias venezolanas donde más se ha sentido los efectos de una crisis que rompe moldes con una hiperinflación que el FMI estimó para 2019 de 200.000%.

Bolivia, a partir de la nacionalización de los hidrocarburos de 2006, que coincidió con un boom petrolero de precios, comenzó a crecer a un ritmo anual de 4,9% y se convirtió en la economía más estable de la región. Es un país que redujo la pobreza extrema de 38,2% en 2005 a 17,1% en 2018, según cifras oficiales.

«Aquí por lo menos le puedo dar algo de comer a mis niñas. No nos dan trabajo, porque no tenemos el carnet migratorio, pero con lo que te dan en la calle uno come», cuenta Josbin Espejo, de 28 años, acompañado de Yister, su pareja, parados sobre los bolsos que los acompañan desde que salieron desde el barrio popular 23 de Enero de Caracas.

Como consecuencia de la prolongada crisis económica y política que vive el país petrolero, 3,6 millones de venezolanos han dejado atrás su país desde 2016, según la ONU.

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