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La obra que inspiró al personaje del Joker

Después de que ciertos aristócratas franceses sin humor se indignaran por la forma en que fueron retratados en un par de sus novelas anteriores, altamente politizadas como «Les Miserables» y «El jorobado de Notre Dame», Victor Hugo (1802 – 1885) vivía en el exilio en la isla de Guernese, Francia.

Sentenciado y sin mucho que hacer, Hugo se sentó y escribió otro oscuro melodrama político sobre artimañas aristocráticas, traición, asesinato, venganza, corrupción y herederos legítimos agraviados, con algunos plebeyos de buen corazón y una dulce historia de amor arrojada para contrastar.

Y aunque se convertiría en la novela menos popular de Victor Hugo, a principios de los años 20, «The Man Who Laughs» ya se había convertido en una obra de teatro y dos películas: la primera de Francia, la segunda de Alemania.

En 1924, al observar el loco éxito de la adaptación de El jorobado de Notre Dame de Hugo, los ejecutivos de Universal pensaron que The Man Who Laughs tenía todas las características de otro vehículo elegante que los llevaría al éxito.

Tres años después, en 1927, el estudio cinematográfico obtuvo los derechos de la obra y, se trajo a Paul Leni para dirigir, y Conrad Veidt para interpretar a Gwynplaine, el personaje principal.

Aunque el núcleo de la trama de Hugo permanece intacto (salvo por el final). Lo que importa es el aspecto de la película, las sombras profundas, los ángulos exagerados y desconcertantes, los escenarios y fondos deliberadamente artificiales, y la atmósfera de carnaval sórdido.

Además de la gran calidad de la película, se sabe que Gwynplaine, fue la principal inspiración para que en 1940, Bob Kane y Bill Finger le hicieran algunas cuantas modificaciones a su diseño y así crear a uno de los villanos más célebres en la historia y archienemigo de Batman: el Joker.

De esta manera, el actor Conrad Veidt se convirtió en la base de la creación del Príncipe payaso del crimen, legando así su eterna sonrisa a un personaje totalmente loco, perverso y sádico.

The Man Who Laughs, novela homónima de Víctor Hugo
A finales del siglo XVI, un hombre se niega a seguir los decretos del Rey Jacobo II de Inglaterra, lo que desata la furia de este último y lo sentencia a morir en La doncella de hierro. Sin embargo, antes de esto, el tirano le anuncia al condenado que por su desobediencia será su hijo el que sufra las consecuencias, por lo cual el niño será sometido a un procedimiento quirúrgico que lo obligará a “sonreír” por el resto de su vida, hecho que le traerá grandes desgracias cuando sea adulto.

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