Katherine Knight vivió toda su vida entre violencia familiar y abusos sexuales de sus familiares. En febrero del 2000, tras tener sexo apuñaló 37 veces a Thomas Price. Luego, lo decapitó, preparó el plato del horror e intentó suicidarse. Fue condenada a cadena perpetua y nunca confesó su atroz crimen
Katherine cortó la cabeza de Price como si se tratara de una de las vacas que pasaban por sus manos todos los días (Policía de Australia)
El operativo policial fue grande para un pueblo del interior de Australia, muy alejado de Sidney. Se acercaron a la casa de Katherine Knight, la mujer que trabajaba en el frigorífico de la zona. Los compañeros de trabajo de la víctima alertaron a las autoridades. Los agentes rompieron la puerta y entraron sin que nadie ofreciera resistencia. Una mujer dormía con un cuerpo desollado a su lado y en un charcon de sangre oscura. Esto no era todo. Lo que vieron los oficiales después no lo imaginaron ni en la peor de sus pesadillas.
Es el crimen más aberrante de la historia de Australia. Katherine Knight trabajaba en un matadero y hace unos 23 años, en febrero del 2000, apuñaló 37 veces a su amante luego de una supuesta discusión. Pero la mujer fue más allá. Decapitó y cocinó la cabeza de Thomas Price.
Katherine cortó la cabeza de Price como si se tratara de uno de las vacas que pasaban por sus manos todos los días. La asesina hirvió su cabeza en una olla. Todo indica que comió parte del preparado, aunque ella nunca lo confesó. Además, había preparado dos platos para los hijos de su víctima que no se encontraban en la casa en el momento del crimen.
La escena del horror
Cuando llegó la policía, alertada por los amigos de Price, encontró una escena que aún a los oficiales más experimentados los hizo vomitar del asco y el horror. Sobre la mesa de la cocina había lo que parecían ser bifes con una guarnición de vegetales. Era carne de su amante. En el living había un cuerpo humano, desollado por alguien con experiencia. Había sido Katherine. La mujer colgó a su víctima como si fuera un animal de los que cortaba en su trabajo.
Cuando llegó la policía, alertada por los amigos de Price, encontró una escena que aún a los oficiales más experimentados los hizo vomitar del asco y el horror (Policía de Australia)
La víctima había sido apuñalada al menos 37 veces. La ferocidad del ataque hizo difícil contar el número de heridas exactas. Muchas de las laceraciones eran profundas. Se golpearon órganos vitales como los pulmones, el hígado, los riñones y la aorta, según la autopsia posterior.
Fuente: Infobae