Los goles para el seleccionado nacional fueron de Braian Samudio a los 32’ del primer tiempo y Miguel Almirón a los 57’ de penal.
El partido que jugó Paraguay fue uno de los más correctos tácticamente y ese acierto se vio plena y absolutamente respaldado por la prodigalidad de sus hombres.
Dos de ellos fueron quizás los más destacados, porque aprovecharon la responsabilidad que se les confirió para ser las caras visibles del ataque nacional.
Son Carlos González y Braian Samudio. Este último cooperó incluso bajando unos metros para coordinar la apertura de la cancha y profundizar la ofensiva.
González molestó permanentemente arriba y con ellos y el ritmo sostenido de los demás, el trabajo colectivo terminó siendo sobresaliente.
Nunca sufrió en defensa. Chile tampoco tuvo la capacidad de inquietarlo. Careció de solidez de juego y cuando propuso alguna que otra carga, la solidaridad en la última línea guaraní estuvo de manifiesto.
Capaz y la única situación complicada fue una mano de Carlos González en el área, pero Wilmar Roldán, dos veces en contacto con el VAR dijo que no hubo penal y ahí se acabó el combustible a los de Lasarte.
Paraguay hizo lo correcto. Berizzo tiene que darse cuenta de que con los hombres en sus puestos reales y con una idea de juego basada en la posesión y la precisión en la confección de jugadas, es mucho más probable conseguir estos resultados que no son para asombrarse.
Es la lógica de lo que se plantea. Malas propuestas conducen a resultados insatisfactorios, pero con una selección que juega con una idea clara, con sus fichas exactas y a cuyos factores le adosa personalidad y temple, las probabilidades de redondear triunfos son muchas.
Fuente: HOY—