De acuerdo con un comunicado conjunto emitido por la Agencia Espacial de EEUU y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, esta reducción se debe a las temperaturas inusualmente altas registradas en la Antártida. Sin embargo, descartaron que esta reducción sea una señal de recuperación.

Señalan los científicos que, en las últimas tres décadas, el tamaño ha registrado una disminución considerable. Normalmente es en el mes de septiembre cuando el orificio alcanza su máxima dimensión, y en la actualidad se observa a la mitad de lo que debería ser, con una amplitud menor a la de la propia Antártida.
La asombrosa reducción del agujero de ozono sobre la Antártida se evidencia en los 5 millones de kilómetros cuadrados que registró en las últimas semanas: 15 kilómetros menos que el mismo periodo en 2018.
Mientras que en 2017 tuvo una cobertura de 10 millones de kilómetros, lo que muestra la inexistencia de un patrón de disminución, pero revela una merma relativa e inexplicable.
Otro aspecto enigmático en la Antártida es el inédito cambio en la forma del agujero, que se mueve a gran velocidad hacia América del Sur y no hacia su centro en el Polo Sur, como se espera.